El aumento de las separaciones matrimoniales y los conflictos intergeneracionales entre padres e hijos han disparado las consultas del Servicio de Mediación Familiar del Ayuntamiento de Vitoria. La oficina municipal, que abrió sus puertas en 2002, atendió durante el pasado año a 549 personas que buscaban una solución a sus problemas cotidianos con su ex pareja o con sus hijos adolescentes.
Esta cifra dobla a la contabilizada en 2006. Sin embargo, sólo una de cada cinco personas que acudieron a este servicio solicitaron una primera entrevista informativa con los asistentes sociales para identificar y superar los baches surgidos en la convivencia diaria. El resto no pasó del primer contacto. 'Una vez obtenida la información, el interesado realiza un sondeo en casa por si su pareja, sus padres o sus hijos no quieren acudir. La mayoría piensa que los problemas deben quedarse en casa, de modo que el servicio no se pide tan habitualmente como puede ser ir al pediatra', argumentó Boni Cantero, jefa del servicio de Infancia y Familia.Los mediadores pusieron en marcha a lo largo del año pasado 53 procesos, 35 de ellos con parejas que ya había tomado la decisión de separarse y 18 con padres cuya relación con sus hijos adolescentes se había convertido en una lucha diaria. Más del 80 por ciento de las causas iniciadas finalizaron con acuerdo. 'En general, nos cuesta hablar mucho de nuestras emociones. Los conflictos surgen porque falla la comunicación y hay una falta de respeto. Nosotros les ayudamos a recuperarla, y, además, también aprenden a solucionar esos trances que siempre aparecen en la vida. De ahí, el carácter pedagógico del programa', matizó Cantero.En la otra cara de la moneda están el 20 por ciento de los casos que no se pudieron solucionar. 'Ocurre cuando las posturas son demasiado lejanas. A veces se radicalizan tanto que la mediación no es suficiente para abordar el problema', agregó Gerardo Villar, uno de los mediadores del programa.Villar recordó, además, que en 2007 hubo que suspender seis procesos -3 con adolescentes y otros 3 con parejas-, ya que 'no se cumplían las normas de respeto y de saber escuchar necesarias para iniciar un diálogo. Cuando vienen, lo primero que les decimos es que la mediación es totalmente voluntaria y que lo pueden dejar cuando quieran. Pero a la vez, deben cumplir unas condiciones de respeto'.Estos buenos datos y la sensación de que el servicio funciona entre los ciudadanos ha llevado a sus responsables a proponer ampliar su actividad a otras problemáticas. En ese sentido, este año quieren atender también las crisis provocadas en las parejas que no han pensado separarse, las discusiones de los hijos de una persona de edad avanzada cuando no se ponen de acuerdo sobre su cuidado y las discrepancias familiares por las herencias. 'Nos han llegado casos con cuentagotas y para informar a la gente de que pueden acudir a nosotros, estamos elaborando una guía nueva que publicaremos muy pronto', anunció Boni Cantero.El Ayuntamiento dispone de un equipo mediador integrado por un psicólogo, un abogado y un trabajador social. Sin embargo, no todos ellos participan en cada proceso. 'Cada caso tiene su especificidad y necesita uno u otro especialista. Por ejemplo, en las separaciones de pareja es preciso que asista un abogado, y en las mediaciones con adolescentes, un psicólogo', explicó la jefa del servicio municipal. Insistió, asimismo, en la necesidad de que el equipo sea mixto. 'Los jóvenes no hablan igual con una chica que con un chico', reconoció.Del mismo modo que cada familia es un mundo, cada conflicto también es diferente. Mientras los jóvenes discuten a diario con sus padres por la hora de llegada a casa o por el tiempo que han de dedicar a las tareas de casa y al estudio, las parejas en trámites de separación 'quieren una mediación para evitar un conflicto de separación contenciosa. Saben que no es bueno ni para ellos ni tampoco para sus hijos', subrayó Cantero. La cuestión económica y patrimonial es uno de los problemas más comunes, así como los tiempos de guardia y custodia.No obstante, existe un denominador común que aúna a todos ellos: la incomunicación. 'Cuando se pide la mediación es porque las partes han entrado en una dinámica en la que no dan su brazo a torcer. Deben escucharse y sentarse a hablar, y aquí les ayudamos a intentarlo', indicó la jefa del servicio municipal.En cada conflicto las implicados son parte fundamental del programa, y el mediador está allí para que haya un equilibrio de poder entre los dos. 'Ellos mismos deben llegar a acuerdos, eso sí, la presencia del experto es fundamental para garantizar que una parte no anule a la otra, y que puedan alcanzar pactos ventajosos para los dos', reveló Boni Cantero. El proceso, por tanto, tiene un límite y debe resolverse en un máximo de tres meses repartidos en diez sesiones. 'Es fundamental marcar un plazo con inicio y final, ya que de la otra forma no acabarían nunca las discusiones. Hay que ir al grano y llegar a un acuerdo'.
(Fuente: Terra Actualidad)
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